Jugando a ser grandes.
Después de leer el título, probablemente lo primero que se les venga a la
mente son a niños tratando de aparentar ser adultos, queriéndose comportar como
ellos, vestirse como ellos, hacer cosas como lo hacen ellos; pero desde que
vean la primera fotografía se darán cuenta que no es así, son personas con
almas de niños y cuerpos de ancianos.
Las personas de la tercera edad muchas veces ya
representan una carga para la familia, un estorbo y los mandan a asilos donde
en la mayoría de los casos pasan meses para que alguien vaya a visitarlos, a
platicar con ellos, a pasar el rato.
Nos olvidamos que también fueron niños como todos
nosotros, no hay nada como escuchar de su propia boca las aventuras que pasaban
con sus amigos o hermanos, las horas y horas de diversión que tenía con simples
corcholatas, piedras, botes o cualquier cosa que se encontraban por ahí, las
mil historias que inventaban para pasar la tarde y todas las cicatrices que
marcaron sus rodillas.
Los años no pasan en vano y se refleja en sus cuerpos,
se van encorvando, sus manos y cuello se arrugan, el cabello se vuelve blanco y
sus ojos van adquiriendo la experiencia de los años sin cambiar la inocencia
que la infancia les dejó.
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